Las personas durante su vida, viven esperando la “gran oportunidad” y la visualizan internamente como un momento perfecto, en donde las todas las circunstancias de la vida se acomodan a su favor; se forman a si mismas una efigie mental de ese momento de triunfo y de gloria que les espera y que, indudablemente las deberá de proyectar hacia un mundo mejor en ellas mismas.
Hacen de ese momento en su mente, algo sublime; porque por principio de cuentas, se visualizan en un estado mental y emocional optimo para conocer y reconocer el momento, ese gran momento. Creen, piensan y sienten que están listas; entonces, justamente en ese instante se aprestan para la llegada de esa extraordinaria oportunidad; se concentran y ponen su atención en una dirección, ponen su vista en un punto fijo y agudizan su oído por que esperan ya el momento. Es tanta su expectativa que tienden a echarse al olvido de sí mismas.
Cuando el tiempo en que ellas creen llegara esa oportunidad pasa, es cuando toda aquella actitud de alegría y júbilo se transforma en decepción, frustración y coraje, y entonces, por ley de péndulo, esas personas se entregan a sus infra sentimientos y adviene una crisis de aturdimiento y reproches.
Desde el momento en que las personas viven en un estado le tardado de “espera” o de “esperar a que pase algo”, pierden la capacidad de adaptarse a su presente, a su realidad, a su momento. Ese tipo de personas viven esperando y por lo general mueren esperando, ya que trabajan en función al futuro, a un futuro que ni siquiera ellas están seguras de que llegará.
Vivir esperando, es como aquel recipiente que pretende contener agua estando agujerado. ¡Un gran desperdicio!
Cuando las personas creen que las oportunidades de la vida llegan vestidas de gala y que ha de ser en el mejor momento de su vida, seguramente no saben reconocerlas, no tienen ni la más remota idea de lo que hacen y pecan de ignorantes.
Al estar participando del juego de la vida aquí y ahora; todas las personas pasamos a formar parte de esta escuela terrestre, y de hecho y por derecho tenemos oportunidades para desarrollar nuestro potencial humano; para algunas existen estas oportunidades más disponibles que para otras debido a nuestra historia personal, y en ciertos momentos de nuestras vidas esas oportunidades llegan.
Una vez que se presentan ante nosotros, ya sea a la salida del banco, en nuestro trabajo, con un compañero de viaje en avión o autobús, es porque la vida misma nos hace justicia y quiere que seamos plenos, verdaderos seres humanos con conciencia plena y despierta.
Todas las personas tienes los mecanismos internos en su conciencia que les permiten reconocer esos momentos; por que como te lo menciono, todos jugamos en el juego de la vida y por derecho nos corresponde que nos pase eso.
Una idea equivocada sobre nosotros mismos; frases tales como: “creo que no estoy listo”, “no, las cosas no se dan”, “después, ya que me sienta mejor”, son reflejo de nuestro estado de ánimo particular. Y eso nos puede llevar o no reconocer una verdadera oportunidad en la vida.
El miedo al cambio, a lo nuevo que me exige mi vida, el miedo a fracasar, al dolor, a la soledad, a perder lo que ya tengo y he formado, también lleva a las personas a dejar pasar oportunidades. Este tipo de personas, si se dan cuenta de lo que sucede, pero son como inválidos a los que les amputaron sus sueños e ilusiones.
Acostumbrarse a la comodidad y hacerse dependientes del confort, aleja a las personas de sus sueños y metas, ven como pasan sus oportunidades, como el espectador que observa atento un desfile en tiempos de carnaval, sin hacer nada más que contemplar.
Las oportunidades siempre llegan y llegaran de manera natural hacia las personas, como de la misma forma las estaciones del año se manifiestan en el planeta para hacer madurar los frutos, para que la tierra produzca o para que lo que ya no se necesita, sea desechado.
Esas oportunidades las pidan o no las personas llegaran por el oriente para guiar e indicar rumbos, y se marcharan por el poniente dejando de manifiesto que todo pasa en este mundo terrenal y material y que el momento es único e irrepetible.
A todo ser humano le corresponde por derecho tener oportunidades de éxito, de abundancia, del verdadero amor y de despertar su conciencia hacia la luz, pero no todos hacen uso de ese derecho, por que ignoran que lo tienen o simplemente porque están interesados en otras situaciones de la vida.
Las oportunidades llegan por que así debe de ser, y se hacen presentes en un momento y en un lugar, toman generalmente a las personas de sorpresa, distraídas y lo más interesante de esto, es que son las propias personas las que atraen a sí mismas la atmosfera en la que se presentaran las oportunidades.
La ley de atracción funciona en los seres humanos a niveles mentales y su energía poderosa supera la velocidad de la luz. ¡Si tu lo crees lo creas¡.
Así pues de esa forma, las personas se deberán dar cuenta de que la higiene mental es la base de la lucidez, de que los pensamientos se materializan en un ambiente y en un entorno.
Cuidar lo que piensas, es seleccionar conscientemente lo quieres atraer a tu vida.
Hablando de manera general en el común de las personas, vemos que los pensamientos van y vienen sin darles las mínima importancia; consecuentemente, lo que sucede son situaciones nefastas y problemáticas, y los más curioso es que en esos momentos también se presentan oportunidades, pero dentro de una densa nube de circunstancias que al parecer, no son coherentes, porque no es el momento.
Es ahí donde la persona (tú), necesita remover ese polvo, esas barreras, para darse cuenta de que detrás de esa nube esta el sol, la luz, lo que ella estaba buscando y esperando. Ese polvo se remueve con las decisiones del momento, del aquí y del ahora.
Vivir la vida luchando o buscando ser feliz, es como correr en un maratón donde no existe la meta.
Vivir la vida en función de los demás, es olvidarse de sí mismo, y olvidarse de sí mismo es existir en la tierra por puro trámite.
Vivir la vida esclavizada(o) al miedo, es elegir reptar en lugar de volar.
Actuar en la vida, a la defensiva y dudando, debido a las malas experiencias vividas en el pasado, es seguir aferrándose a ellas y no querer soltarlas.
Vivir la vida esperando el momento ideal para decir o hacer las cosas, es desperdiciarla miserablemente.
Las oportunidades se cristalizan en bendiciones cuando se les reconoce y se hacen, pero se convierten en maldiciones, cuando solo se les ve pasar.
El khaminate
26 / enero / 2008
26 / enero / 2008
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